Del trialsin a Compostela

Era un anhelo que tenía desde hace años. Exactamente desde que me encontré con un antiguo compañero de AS, Vargas, una vez que visité la Catedral de Santiago durante unas vacaciones en Galicia. Me explicó que había cubierto el Camino y que había sido una experiencia inolvidable. Desde entonces, hace ya tres lustros lo menos, vengo madurando la idea. Más adelante Citroën organizó una peregrinación para periodistas en bicicleta, que asoció en mi mente el Camino con la bici, otra de mis pasiones desde niño (fui pionero del trialsin en España), aunque la tenía abandonada desde hacía años. Pero, al llegar a los cuarenta, recuperé esta afición, que ahora se ha convertido casi en obsesión (parezco el Forrest Gump de la bici, porque no me bajo de ella).

La puntilla final me la dieron Cristina, la hija de mi amigo y compañero de Onda Cero Paco Martín, que se fue desde casa en Venturada a Santiago en bici, y Olegario Torralba, también amigo y maestro del diseño gráfico que confecciona mi libro Rally a Rally, que lo hizo desde Roncesvalles. Sólo faltaba poner una fecha, y lo cierto es que, entre obligaciones profesionales y familiares, no aparecía nunca…hasta que el destino desgraciadamente puso fin a mi matrimonio, con lo que entre el Rally de Finlandia y el de Alemania no tenía absolutamente nada que hacer. Bueno, había dos tentadores planes en Ibiza y Santorini…pero preferí el Cielo al infierno.

En un principio pensé en hacerlo desde Roncesvalles, pero otro amigo, Chema Pérez Ullivarri, excampeón de España de rallys de regularidad, me llamó y me convenció que el auténtico peregrino salía desde su casa hacia Santiago, y además me informó de la existencia del Camino de Madrid. Cuando vi que lo más duro era pasar la Fuenfría, entre Cercedilla y Segovia, algo que yo había hecho en mayo con cierta facilidad, decidí salir desde casa.

Mi plan era hacer el Camino en solitario, que es como normalmente monto en bici. Pero un buen día conocí a Severo Ochoa, jefe de prensa de Peugeot. Como me habían dicho que le pegaba también a la bici, le dije en agosto me iba para Santiago, e inmediatamente, un minuto después de habernos dado la mano por primera vez, me preguntó si me importaba que viniera conmigo. Evidentemente le dije que estaría encantado, y desde entonces venimos preparando los pormenores. Antes de que os comáis el “coco” con el nombre, os aclaro que sí, que su tío abuelo fue el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1959.

Tan sólo le puse dos condiciones: quería salir desde casa, en Torrelodones, y no quería cargar con maletas. Me dijo que no había problema, y hoy, a cinco días vista de nuestro comienzo de la aventura (salimos el martes 7, a las 7 de la mañana, para que la suerte nos acompañe), parece que todo está organizado. La primera etapa será hasta Segovia, y nos acompañarán Alejandro y Juanpi, mis vecinos y habituales compañeros de pedaleo, cuyas “parientas” nos traerán las maletas hasta la ciudad del Acueducto. Después iremos de Segovia a Simancas (110 kilómetros) y de Simancas a Sahagún (90 km.), en un “tour de force” por enlazar cuanto antes el Camino Francés, donde el transporte de maletas está mejor organizado…y a partir de allí, improvisación, y sin prisas, pero sin pausas.

Bueno, se me ha olvidado comentaros que en mi último día de preparación antes de salir una semanita de vacaciones a Galicia, me pegué un guarrazo que casi da al traste con la operación. Era el domingo 22 de julio, y subí la bici a una roca para hacer una foto que compartir con mis amigos de Facebook. En vez de bajar desmontado, como soy trialero, lo hice sobre la bici…y la cagué. Se clavó la rueda delantera, y salí por orejas, me pegué un golpe en el costillar derecho y la pierna izquierda (en la que llevo dos operaciones para reconstruir la meseta tibial y la rodilla por un accidente de moto de 1990) se retorció entre los hierros, amén de que se rompió la maneta. Pero me fui para Galicia con la bici cargada en el fantástico Opel Zafira con Flex Fix, el mejor sistema para el transporte de bicis de la automoción, y allí seguí montando por la costa con mis hijos, Mónica y Nacho…a pesar del fuerte dolor de costillas que tenía. Al volver fui a la Fundación Jiménez Díaz, donde me dijeron que, o estaba una semana de reposo total, o no me iba a Santiago. Y en esas estamos, sin entrenar, cruzando los dedos para que se arreglen las costillas.

Por lo demás, poca preparación más. Estuve en la Asociación del Camino de Santiago de Madrid, en la calle Carretas, 14, donde me dieron el pasaporte del peregrino y algunas guías para el viaje, decidí pasar de GPS, aunque con el comodín del i-Phone que te puede sacar del apuro, y le llevé la bici a Javier, de Bike en Torrelodones para que me la dejara como nueva ante la aventura. Me he comprado una Camel Bag para transportar agua y algún instrumento de primera necesidad, barritas y geles alimenticios…y muchas ganas de comenzar ese sueño que se va a hacer realidad. Día a día os iré informando de nuestras peripecias a través de este blog con el que espero que disfrutéis del viaje y compartáis las alegrías y los sufrimientos que vayamos pasando. Alea jacta est.