lunes, 13 de agosto de 2012

Misión cumplida


ETAPA 6: PORTOMARÍN-SANTIAGO DE COMPOSTELA (105 KILÓMETROS EN 5 HORAS Y 35 MINUTOS, A UN PROMEDIO DE 18 KM/H, CON UNA MÁXIMA DE 61 KM/H)

Hace ahora siete días salíamos Severo y yo desde mi casa con un objetivo: llegar a Santiago de Compostela siguiendo el Camino de Madrid. 723 kilómetros después, lo hemos conseguido. Mentiría si os dijese que ha sido fácil, pero también faltaría a la verdad si os vendo la burra de que hemos sufrido muchísimo. Porque, a pesar de que nos hemos dado un palizón, lo hemos llevado muy bien. No sé si ha sido porque estamos hechos unos toros, o porque realmente no es tan difícil, pero el caso es que se ha llevado con bastante suavidad a pesar de las interminables kilometradas que nos hemos dado cada día.

Hoy partíamos desde Portomarín, y menos mal que hemos vuelto al hotel para que una de las chicas que allí trabajan nos guiaran al camino de salida, que si no nos plantamos en Lugo. Aún de noche comenzábamos la ruta un día más, el último, con un primer escollo, el más duro de la jornada, según el perfil de la etapa: el Alto do Hospital. En teoría no debía ser gran cosa, pero en la práctica ha sido un nuevo reto. Tanto, que yo pensaba pedir oxígeno al llegar a ese hospital del alto, que luego no existía. De nuevo ha sido un día de parriba y pabaixo, típicamente gallego. Un rompepiernas que si no te lo tomas con paciencia acaba con tu moral.

La primera escala la hemos hecho en Palas de Rei, el pueblo de Pepiño Blanco, donde hemos desayunado. Allí nos hemos encontrado por primera vez con Mónica, la chica que transportaba nuestras maletas, a la que nos hemos ido cruzando durante toda la jornada. Es más, hemos llegado a la vez que ella a Santiago, pero no hemos sido capaces de coincidir para hacernos una foto juntos. “¡Pero descansad algo!”, nos decía una vez. “¡No vayáis tan rápido”, la otra. No os penséis que corríamos tanto como su furgoneta. Es que ella iba parando en todos los pueblos para hacer el servicio de transporte de maletas de los peregrinos.


Después pasábamos por Melide, famoso por su pulpo, aunque a esas horas de la mañana no era plan, y más adelante por Arzúa, famoso por su queso, y tampoco hemos parado. Por primera vez en todo el camino ha habido dos bicicletas que nos han adelantado. Iban a muy buen ritmo, y posteriormente hemos coincidido en una nueva parada en un bar. Eran un señor de Toledo y su sobrino, que acababan de empezar cuando nos han pasado (nosotros ya llevábamos una morterada de kilómetros sobre nuestras piernas). Pero nos hemos tomado el Aquarius más rápido que ellos y ya no nos han vuelto a adelantar. ¡Que se habrán creído esos bolos!


La llegada a Santiago ha sido menos bucólica de lo que esperábamos, porque la capital compostelana nos ha recibido con lluvia. Además, los kilómetros finales son una tortura por caminos llenos de cruces y pendientes muy pronunciadas antes de llegar al Monte do Gozo, parada obligatoria previa a tomar rumbo a la Plaza del Obradoiro. Severo les decía a todos los peregrinos que “faltan 20 kilómetros aún”, cuando realmente faltaban sólo dos. Algunos le miraban con cara de desesperación, y otros se daban cuenta de la broma. Y es que hoy estaba cachondo el chaval. En un momento del día hemos oído un disparo y ha dicho que “¿no querías una anécdota? Vamos para allá y así llegamos con una perdigonada”.

En las calles de Santiago nos hemos vuelto a cruzar con Mónica, y por fin hemos llegado al objetivo final: la Catedral. A pesar de la lluvia era un hervidero de gente, peregrinos sobre todo. Nos hemos dado un fuerte abrazo, porque sólo él y yo sabemos lo que ha costado…y lo que hemos disfrutado. Tras la ducha de rigor hemos tomado rumbo a un restaurante que nos han aconsejado. Teníamos pensada una mariscada, pero con marisco no se sacia el hambre de dos pollos que se han zampado 723 kilómetros en siete días, así que, como mi computadora decía que he consumido 2.039 calorías, hemos comido pulpo, pimientos de padrón y dos chuletones con tarta de chocolate de postre. A lo mejor en la cena le damos algo a los crustáceos. Mañana, coche de alquiler y regreso a casa para finalizar la cannonball. Ya allí, con más calma, os haré las consideraciones finales del bonito viaje. Besos y abrazos.










3 comentarios:

  1. MUY BIEN CHAVALES, OS MERECEIS QUE OS PAGEIS UNAS CAÑITAS A LA VUELTA, ENHORABUENA, DE TODAS FORMAS ME DICEN MIS CONTROLES QUE HABEIS ECHO MUCHOS KMS. POR LO NEGRO Y ESO ES TRAMPA..NECESITAMOS DOCUMENTACION GRAFICA...REPITO, MUY BIEN, HAY QUE PREPARAR LAS OLIMPIADAS DE RIO DO JANEIRO EN 2016..

    ResponderEliminar
  2. Enhorabuena. Ha sido un placer seguir vuestras andanzas. Ahora queda escucharlas en vivo y en directo....

    ResponderEliminar
  3. Enhorabuena muchachos!!! Sois unos crack!!! Severo tu aun mas por aguantar semejantes madrugones, inhumanos para cualquier mortal de a pie. Os podéis dar un "descansito"
    FGB

    ResponderEliminar