ETAPA 6: VILLAFRANCA DEL BIERZO-PORTOMARÍN (104 KILÓMETROS EN 5 HORAS Y 31 MINUTOS, A UN PROMEDIO DE 18 KM/H, CON UNA MÁXIMA DE 62 KM/H)
Hoy hemos culminado la etapa reina de nuestra peregrinación
a toda pata. Porque la ruta que une Villafranca del Bierzo con Portomarín ha
sido sin duda la más dura de lo que llevamos, y la jornada final no lo va a ser
tanto. Y en ella por fin he podido entender lo que me dijo Perico Delgado hace
ya casi treinta años, mientras elaborábamos un previo etapa a etapa de la
Vuelta a España para la revista La Bici. “Esta es una etapa típica gallega,
parriba y pabaixo”, me dijo de una de ellas. Y es que las carreteras gallegas
son así. Y lo he descubierto ahora, porque, a pesar de que vengo todos los años
varias veces a Galicia, por trabajo a los rallys y vacaciones a mi querida
Bayona, nunca lo había hecho en bici.
Mal comienzo para la etapa reina, que debo confesar me tenía
un poco acojonado, ya que al coger las bicis del garaje me encontré mi rueda
delantera pinchada. Tardamos poco en cambiarla y encontramos el maldito pincho
causante del daño, por lo que rápidamente partíamos, aunque ya era tardísimo:
las siete. Por delante teníamos unos 30 kilómetros hasta el temido O Cebreiro,
el Angliru particular del Camino de Santiago, la cumbre más difícil de
ascender.
Y la cosa comenzó mejor de lo que pensaba, ya que los
primeros kilómetros no eran tan fieros como los pintaban. Discurrían por la
antigua Nacional 6, subiendo el puerto de Piedrafita. Cuando la cosa se ha
comenzado a poner difícil Severo ha tirado como un poseso, y le he perdido
rápido de vista. Pero yo, a lo mío, chino-chano, chino-chano. Incluso he parado
al servicio en una ocasión (tanta hidratación con el agua es lo que tiene). Y
aquello no parecía excesivamente difícil…pero no acababa nunca. Ya cuando se
comenzaba a ver el cielo, y parecía que llegábamos al final, han aparecido unas
rampas un poco más bestias, en las que he tenido que dar mi brazo a torcer y
bajar al plato mediano (yo siempre voy con el grande, porque soy muy burro). En
un momento dado he creído que me daba una pájara porque perdía visión, pero ha
sido porque las gafas se empañaban por los calores que yo despedía.
Bueno, tras un largo rato de pedaleo cuesta arriba por fin
se divisaba el final. Allí estaba Severo con otro ciclista peregrino. “¡Vaya
caña me has dado!” le he dicho. “Qué va, si sólo te llevo esperando unos cuatro
minutos. Pensaba que te tendría que esperar más”, me ha respondido. En ese
punto, recién entrados en Galicia, había un cartel que ponía: Piedrafita-O
Cebreiro. Pero no era O Cebreiro. Una señora nos ha dicho que nos quedaban unos
dos kilómetros, “pero son cuesta arriba” nos ha animado. Y no eran dos, sino
cuatro, y la cuesta era otro muro. Pero por fin hemos coronado, y en el bar
hemos desayunado, yo dos plátanos, una manzana, un café y un bollo de
chocolate. El posadero nos ha dado otro disgusto cuando nos ha informado que a
Portomarín nos quedaban aún 75 kilómetros.
Entonces te piensas que ahora vendrá una larga bajada, como
ocurre en todos los puertos. Pero en este no. A continuación debes de subir el
Alto de San Roque, y después el de O Poio, que yo he rebautizado como el alto
de su p… madre. Pero después sí que hemos tenido una larga bajada, que no ha
sido excesivamente agradable, ya que lloviznaba y hacía mucho frío. Poníamos rumbo
a Sarria, donde pretendíamos reavituallar de nuevo, en una sucesión de subidas
y bajadas que me hacían recordar cada segundo el parriba y pabaixo de Perico.
Pero no nos ha faltado tiempo para parar y charlar un rato con unas chicas
catalanas muy simpáticas que se han fotografiado con nosotros.
A Portomarín se llega cruzando el Miño, y también hemos
podido degustar las especialidades locales (creíamos que no llegaríamos a comer,
pero hemos tardado mucho menos de lo que pensábamos) para recuperar las 2.249
calorías que dice que he consumido mi computadora. Pulpo, empanada, pimientos
de Padrón, caldo gallego y tarta de Santiago han sido nuestros manjares de hoy,
penúltimo día de ruta. Porque sí, amigas y amigos, mañana llegamos a Santiago
si Dios quiere. En siete etapas vamos a merendarnos el Camino…bueno, no
adelantemos acontecimientos, que trae mala suerte. Besos y abrazos.
Ánimo, que esto está ya chupao. Va por mis peregrinos favoritos.
ResponderEliminarBueno, lo tenéis hecho. Será un nuevo récord del Camino, imbatible en la profesión, al menos para las generaciones actuales pre setentas. Yo me apunto a uno más suave, de al menos 8 días, el año que viene, pero con paradas turísticas y sin cronoescaladas.
ResponderEliminar¡¡¡ Qué envidia la llegada mañana al Monte del Gozo y la entrada a Santiago. Como vais tan sobrados, solo os faltaría el gran clásico de la llegada a Finisterre, pero creo que os tira más el otro gran clásico del chupinazo ibicenco. bss y suerte mañana.