ETAPA 1: TORRELODONES-SEGOVIA (75,13 KILÓMETROS EN 5 HORAS, A UN PROMEDIO DE 15 KM/H, CON UNA MÁXIMA DE 58 KM/H)
Día siete, siete de la mañana. Ahí estábamos todos, todos
menos uno, que iba llegando. Era el día y la hora prevista para el comienzo con
suerte de nuestro Camino de Santiago. Con un pelín de retraso ha llegado Severo.
El hombre estaba un poco atribulado, ya que según ha bajado la bici le he
recriminado que llevaba el neumático delantero liso. “No te preocupes, que
llevo uno nuevo en la maleta”, me ha contestado. Tras hacernos Arancha (nuestro
ángel de la guarda, que luego nos ha traído las maletas a Segovia) la foto de
rigor con Juanpi y Alejandro, mis vecinos y amigos que nos han acompañado en
esta primera etapa, hemos comenzado nuestra ascensión. Porque lo de hoy ha sido
una ascensión en toda regla. Hemos subido durante cuatro horas y media de 700 metros de altura hasta más de 1.500, y hemos
bajado en media…pero todo lo que sube baja, por suerte.
Casi nada más salir de casa nos hemos cruzado el primer
conejo de monte de los siete que hemos visto hoy (también ha habido de los
otros), y un poquito después un jabalí nos ha dado los buenos días. Tras pasar
por Hoyo de Manzanares hemos tomado rumbo a Villalba, pasando por las cascadas.
Hay un muro de piedra de mucho cuidado, que normalmente paso sobre la bici,
pero esta vez, para no forzar, lo he hecho desmontado. Por suerte Alejandro les
ha contado a Severo y Juanpi que lo subo sin poner pie como buen trialero que
soy, y mi ego ha quedado satisfecho. Al llegar a mi Moralzarzal del alma hemos
parado a desayunar en Puskas. Allí estaba, como siempre, Araceli. Parece que ha
hecho un pacto con el diablo. Sigue igual que cuando yo era un chaval e iba
allí a tomarme mis primeros botellines. Les ha contado las burradas que hacía
con la bici por el pilón que había enfrente. Uno se ha tomado una cerveza con
limón, otro un café con churros, otro un Acuarius con churros y yo sólo un
Acuarius, que soy el más normal.
De allí hemos puesto rumbo a Becerril, en donde me he
perdido un poco y hemos decidido seguir por carretera hasta la Fonda Real, en
Navacerrada. Cuando vas en coche parece una tontería, pero en bici hemos sudado
la gota gorda para llegar. Y hemos hecho nuestro primer reavituallamiento.
Geles, barritas, plátanos y sándwich de Nutella han sido los manjares que hemos
degustado antes de bajar hacia Cercedilla. Tras cruzar el pueblo hemos enfilado
hacia Las Dehesas, en una subida que no parecía acabar nunca. Pero al fin hemos
llegado a la Carretera de la República, una construcción del Siglo XIX que se hizo
durante la I República, que le da nombre, y que yo recordaba facilita de la vez
anterior que la había hecho. Pero entonces aparcamos el coche en su inicio y,
recién desayunaditos, la subimos tan pichis. Ahora llevábamos una importante
tuta a nuestras espaldas…y no ha sido lo mismo. Casi entro en pájara al llegar
al Mirador de Vicente Alexandre, y además me ha empezado a doler el costillar.
Pero tras un nuevo reavituallamiento me he recuperado y
hemos seguido hacia la Fuenfría. Y en medio de la montaña me he encontrado con
mi cuñado (ahora excuñado) Tate, y con sus hijos Sergio y Jorge. Si yo no daba
crédito, ellos menos, sobre todo cuando les he contado que iba hacia Santiago.
“Pues allí arriba pone que está a 599 kilómetros”, me ha dicho el cachondo para
darme ánimos. Y, efectivamente, eso ponía en la cumbre, como hemos
inmortalizado. Pero para nosotros era el paraíso, ya que tras 50 kilómetros sin
dejar de subir, desde ahí a Segovia ya era todo bajada. Y una bajada muy
bonita, compaginando la Carretera de la República con la Calzada Romana y la
Calzada Borbónica, hasta que en Valsaín las flechas del Camino indicaban girar
a la izquierda. Por suerte, hemos hecho caso, ya que era un sendero precioso,
en el que hemos pasado entre caballos y vacas hasta ver la Catedral de Segovia.
Tras pasar las vías del AVE Severo ha pinchado (por suerte la rueda trasera,
que si es la delantera desgastada le canto un pollo), pero hemos hinchado y
llegado hasta Segovia, donde ha cambiado la cámara.
En mi ordenador de abordo ponía que he consumido 924
calorías. Como no me lo he creído, me he arreado unos judiones de primero, un
cochinillo de segundo y una mousse de chocolate de postre. Ea. Ahora, mientras
escribo, Severo duerme porque dice que esta noche la vamos a liar, pero en
cuanto acabe nos vamos a cambiar su rueda, sellar el pasaporte del peregrino y
dar una vuelta para cenar algo y seguir recuperando calorías, que mañana nos
toca Segovia-Simancas, nada menos que 110 kilometritos. Eso sí, ya he
localizado allí un restaurante que ha ganado el premio a la mejor tortilla de
patata…así que seguiré recuperando calorías.
No hay comentarios:
Publicar un comentario